lunes, 13 de febrero de 2012

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Así como se retuercen las ramas de los árboles extraños que inundan mis sueños, se van entremezclando los sentimientos presentes en mí cuerpo.
Es inexplicable la sensación que todos alguna vez sentimos en nuestro pecho. Como un néctar que no logramos digerir y que se vas dispersando por quien sabe la cantidad de conductos.
O quizá es un flujo de energía que captamos de golpe y que nos deja raros. No sé, ni siquiera intento ser poética con esto, sólo escribo lo que pienso.
No me gusta estar así, y el calor me está golpeando y encegueciendo, Me quiero sentir bien, pero veo todo muy confuso.
Ya, a decir verdad,no estoy buscando nada, sólo me siento de forma brusca en el suelo y me arrastro hasta la sombra.
Sigo igual, rara, con esa mezcla extraña que se introdujo de improvisto en mí y que hacer que no deje de pensar.
Me transpiran las manos y siento la boca seca. Y no dejo de pensar en todo, si esta bien, si esta mal, si es o no, si me la juego o me quedo así. Si voy a sufrir o algo bueno vendrá de todo esto.
Vale la pena? quien me puede decir si vale la pena?
Que hago acá a esta hora pensando en sí mis actos corresponden a mi beneficio?
Basta de estas incoherencias que esparce mi mente y me confunden.
Cierro los ojos y opino que es una buena idea retorcerme como mis sentimientos, como las ramas de mis sueños, como nuestros cuerpos en aquellos días...
Me voy endureciendo, trasformando en una escultura de alguien que quiso expresar la confusión, la inseguridad. Soy yo y lo asumo. No sé. Como siempre, no sé.
Pero mientras tanto sigo respirando, sin actuar. Dura. Esperando ESE golpe que me dé algo de placer.

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